sábado, 17 de noviembre de 2012

Las otras mafias


Al hablar de las mafias siempre nos vine a la imaginación lo que tantas veces hemos visto en el cine, tiroteos por el control de prostitución, tráfico de drogas o de alcohol durante la ley seca norteamericana, ya que con ese nombre se bautizó la asociación del crimen organizado que actuaba fuera de la Ley.

Actualmente nos enfrentamos a otro tipo de mafias, quizá más peligrosas, pues actúan bordeando la  Ley, justo en ese lugar donde la línea que nos separa de la ilegalidad llega a confundirse con falta de ética y moral. Desde esa posición  logran introducirse en los gobiernos, que les facilitan normas a la medida, se hacen dueños de los partidos políticos, de los sistemas financieros, de los distintos órganos de control, de los medios de comunicación y de los sistemas productivos. Llegan a controlarlo todo, quizá fue lo que predijo Orwell en su novela 1984 como “El Gran Hermano”, aunque se produce casi treinta años más tarde.

 Ante esa situación los ciudadanos nos encontramos perplejos y tan indefensos como los “siervos de la gleba” del medievo y vemos nuestra Constitución pisoteada, como políticos del tres al cuarto a quien nadie ha elegido salvo su propio partido, desde su escaño se burlan de los parados con poco más de 400 euros de subsidio o proponen normas que atentan contra el derecho a la información, que en sí mismas son una forma de censura; llegan a insultar a los jueces cuyas sentencias no le son propicias. Vemos como policías mandados por esos mismos políticos actúan con total impunidad con usos y modos más propios de sicarios que de servidores públicos. Como se zarandea a ancianos por defender su hogar de un desahucio para no verse en la calle sin vivienda y cargado de deudas ante un banco al que todos los ciudadanos hemos ayudado a reflotar y que nuevamente piden una recapitalización porque no saben que hacer con tantos inmuebles “incautados”. Como los directivos de esos  mismos bancos, quebrados por su gestión fraudulenta, se autoaplican planes de jubilación de oro, mientras a los jubilados de la Seguridad Social que aportaron su trabajo y cotizaciones para el futuro se le imponen férreas normas y restricciones para el disfrute de éstas.

Podréis decirme que eso no son mafias, que son lobbies que manejan gobiernos, pero yo creo que hay más semejanzas que diferencias entre ambos.

Y ya sabéis que tenemos pendiente un artículo optimista, esperemos que sea el próximo.  


Un saludo.

1 comentario:

  1. Por desgracia ante este panorama que no parece si no empeorar por momentos, el optimismo es un espejismo.

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