Al
hablar de las mafias siempre nos vine a la imaginación lo que tantas veces
hemos visto en el cine, tiroteos por el control de prostitución, tráfico de
drogas o de alcohol durante la ley seca norteamericana, ya que con ese nombre
se bautizó la asociación del crimen organizado que actuaba fuera de la Ley.
Actualmente
nos enfrentamos a otro tipo de mafias, quizá más peligrosas, pues actúan
bordeando la Ley , justo en ese lugar
donde la línea que nos separa de la ilegalidad llega a confundirse con falta de
ética y moral. Desde esa posición logran
introducirse en los gobiernos, que les facilitan normas a la medida, se hacen
dueños de los partidos políticos, de los sistemas financieros, de los distintos
órganos de control, de los medios de comunicación y de los sistemas productivos.
Llegan a controlarlo todo, quizá fue lo que predijo Orwell en su novela 1984
como “El Gran Hermano”, aunque se produce casi treinta años más tarde.
Ante esa situación los ciudadanos nos
encontramos perplejos y tan indefensos como los “siervos de la gleba” del
medievo y vemos nuestra Constitución pisoteada, como políticos del tres al
cuarto a quien nadie ha elegido salvo su propio partido, desde su escaño se
burlan de los parados con poco más de 400 euros de subsidio o proponen normas
que atentan contra el derecho a la información, que en sí mismas son una forma
de censura; llegan a insultar a los jueces cuyas sentencias no le son propicias.
Vemos como policías mandados por esos mismos políticos actúan con total
impunidad con usos y modos más propios de sicarios que de servidores públicos.
Como se zarandea a ancianos por defender su hogar de un desahucio para no verse
en la calle sin vivienda y cargado de deudas ante un banco al que todos los
ciudadanos hemos ayudado a reflotar y que nuevamente piden una recapitalización
porque no saben que hacer con tantos inmuebles “incautados”. Como los
directivos de esos mismos bancos, quebrados
por su gestión fraudulenta, se autoaplican planes de jubilación de oro,
mientras a los jubilados de la Seguridad
Social que aportaron su trabajo y cotizaciones para el futuro
se le imponen férreas normas y restricciones para el disfrute de éstas.
Podréis
decirme que eso no son mafias, que son lobbies
que manejan gobiernos, pero yo creo que hay más semejanzas que diferencias
entre ambos.
Y
ya sabéis que tenemos pendiente un artículo optimista, esperemos que sea el
próximo.
Un
saludo.
Por desgracia ante este panorama que no parece si no empeorar por momentos, el optimismo es un espejismo.
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