En mi lejano servicio militar, “mili” como se decía
entonces”, en las postrimerías de la década de los setenta, conocí a un curioso
y entrañable personaje, “un hijo de la calle”, por llamarlo de modo suave, que
durante ese período, al menos, parecía haberse dado una tregua, pues su
comportamiento no fue malo, esta persona gustaba de mostrar sus “habilidades”
sobretodo en sus ,más que frecuentes, excesos etílicos: abría candados sin que
supiésemos como lo hacía, etc., era también “trilero”, que así se llama en el
leguaje del lumpen, es decir que con tres cáscaras de nuez o con chapas de
cerveza juegan con una bolita de papel de plata a ver si tras sus rápidos
movimientos averiguas debajo de cual está. Jugaba con nosotros, naturalmente
sin apuestas pues dinero había poco y no era cuestión que desapareciese ante
sus hábiles dedos.
Un día, tras mi machacona insistencia, me reveló el
truco para ganar cuando querían hacerlo, cosa que no he de hacer yo no sea que
os encamine a la mala senda, me dijo también que se servían de cómplices,
“ganchos” en el argot, que apostaban contra él ganándole el dinero
aparentemente. Ante esta situación siempre aparecía algún incauto al que se le
dejaba ganar algunas migajas hasta que hacía la apuesta fuerte y lo dejaban más
limpio que una patena.
Una situación similar les ha ocurrido a NUESTROS
BANCOS cuando pusieron sus, nuestros, dineros en el mercado de valores
americano, comprando esos ya famosos “ACTIVOS TÓXICOS” , que no eran otra cosa
que una bolita de papel bajo una cáscara de engaño, ganaron ingentes cantidades
durante un período, supongo que animados por otro tipo de ganchos, y cuando se
dieron cuenta la bolita desapareció ante sus ojos, lo demás ya lo conocemos
todos.
A mí me cuesta creer que con toda su cohorte de
economistas, agentes financieros, tiburones de las finanzas y asesorías varias,
se hayan dejado engañar cual patanes avariciosos visitantes de ferias; pero ya
veis, todo es igual, nada es distinto. Como decían nuestros abuelos “la
avaricia rompe el saco”
Un saludo.