domingo, 18 de marzo de 2012

De cuando los bancos jugaban a los "triles"


En mi lejano servicio militar, “mili” como se decía entonces”, en las postrimerías de la década de los setenta, conocí a un curioso y entrañable personaje, “un hijo de la calle”, por llamarlo de modo suave, que durante ese período, al menos, parecía haberse dado una tregua, pues su comportamiento no fue malo, esta persona gustaba de mostrar sus “habilidades” sobretodo en sus ,más que frecuentes, excesos etílicos: abría candados sin que supiésemos como lo hacía, etc., era también “trilero”, que así se llama en el leguaje del lumpen, es decir que con tres cáscaras de nuez o con chapas de cerveza juegan con una bolita de papel de plata a ver si tras sus rápidos movimientos averiguas debajo de cual está. Jugaba con nosotros, naturalmente sin apuestas pues dinero había poco y no era cuestión que desapareciese ante sus hábiles dedos.
Un día, tras mi machacona insistencia, me reveló el truco para ganar cuando querían hacerlo, cosa que no he de hacer yo no sea que os encamine a la mala senda, me dijo también que se servían de cómplices, “ganchos” en el argot, que apostaban contra él ganándole el dinero aparentemente. Ante esta situación siempre aparecía algún incauto al que se le dejaba ganar algunas migajas hasta que hacía la apuesta fuerte y lo dejaban más limpio que una patena.

Una situación similar les ha ocurrido a NUESTROS BANCOS cuando pusieron sus, nuestros, dineros en el mercado de valores americano, comprando esos ya famosos “ACTIVOS TÓXICOS” , que no eran otra cosa que una bolita de papel bajo una cáscara de engaño, ganaron ingentes cantidades durante un período, supongo que animados por otro tipo de ganchos, y cuando se dieron cuenta la bolita desapareció ante sus ojos, lo demás ya lo conocemos todos.

A mí me cuesta creer que con toda su cohorte de economistas, agentes financieros, tiburones de las finanzas y asesorías varias, se hayan dejado engañar cual patanes avariciosos visitantes de ferias; pero ya veis, todo es igual, nada es distinto. Como decían nuestros abuelos “la avaricia rompe el saco”
Un saludo.

sábado, 17 de marzo de 2012

Las cuentas del Gran Capitán


Hay en la historia española una sabrosa anécdota que no se sabe a ciencia cierta  si fue un hecho real o pertenece al campo de la leyenda. Así me lo contaron en mis años estudiantiles y así lo transcribo:

“muerta Isabel la Católica, que fue la valedora de Gonzalo Fernández de Córdoba, “El Gran Capitán”, El rey Fernando contrajo nuevamente matrimonio con Germana de Foix y sus nuevos consejeros, quizá por envidia, le previnieron contra éste por la costosa campaña militar de Nápoles, que con su victoria permitió a la corona española acceder a gran parte de lo que es hoy Italia.
Ante la petición de cuentas por parte del rey, el altivo, pero no por ello exento de razón,  D. Gonzalo le envío estas cuentas:

Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados; por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados; por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados; por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados; y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados.”

Esto ha pasado al imaginario popular y al refranero como sinónimo de cuentas fraudulentas, cuando lo que vemos en estas, es la indignación de un hombre que tras una gran victoria, donde el coste en vidas humanas debió de ser enorme, el soberano español sólo se preocupase del coste monetario, como a veces sucede en este ingrato mundo, que cuando se alcanzan los bienes deseados nadie se acuerda de etapas anteriores, cuando carecíamos de ellos.   UN SALUDO


El nuevo marxismo


        Un nuevo “Marxismo” recorre Europa, como lo oyes, naturalmente no me refiero al Marxismo propugnado por Karl Marx en El Capital.

Extraigo este nombre de una película de los hermanos Marx en la que, acabado el combustible de la locomotora, el propio tren iba desapareciendo bajo sus hachas y al grito de “más madera, es la guerra” el convoy iba quedando solo en el esqueleto.

En sentido figurado algo así está ocurriendo en la Europa del siglo XXI, (que todos esperábamos que iba a ser otra cosa), al grito de los INSACIABLES MERCADOS y de las bien llamadas agencias de “Descalificación” de “¡¡MÁS MADERA… !! acuden solícitos nuestros sumisos presidentes, ministros de hacienda y demás familia , arrancando la tablazón de nuestro entramado social, del barco que tantos esfuerzos costó hacer navegar; y en vez de tratar de taponar sus vías de agua, arrancan las viejas tablas, para, según aseguran poner otras nuevas, sin ver el peligro que esto supone, y que es posible, que de seguir de esta guisa, el viejo barco zozobre y nos mande a TODOS al fondo del mar, incluido los bancos, las sociedades de inversión, los mercados de valores e incluso al sistema político que, inmisericorde, lo destruye.

Espero que en algún momento impere de nuevo el sentido común entre nuestros dirigentes y se instauren políticas que favorezcan que el dinero se mueva nuevamente que es lo que de verdad reavivará el mercado de trabajo.- Así sea.