“PECUNIA
NON OLET”, perdonad el “latinajo”, que ni siquiera sé si está bien escrito,
pues aunque mi lejano bachiller de ciencias no hizo que me librase de dos
cursos de latín, esta asignatura nunca fue mi fuerte, de todos modos, para los
que, como a mí, el latín se les resiste, significa “El dinero no huele”.
Parece
ser que la sentencia proviene de un hecho histórico que nos llega a través de
Suetonio: “Ante las críticas que el emperador Vespasiano era objeto, por parte
de su hijo Tito, por haber ordenado nacionalizar los orines de las letrinas
públicas de Roma y gravar su uso con un impuesto (creo que se utilizaban en el
curtido de pieles), lo que para Tito era denigrante, que un emperador se
lucrase de los excrementos del pueblo, Vespasiano tomó una moneda de plata y
acercándola a la nariz de su hijo pronunció esta frase, que ,como veis, sigue vigente en la
actualidad.
Es
cierto, el dinero no huele y mucho menos el actual, pues en lugar de orina, proviene
de otros detritus que adoptan la forma de:
-
Reservas de petróleo, gas natural, diamantes, esmeraldas, coltán, cocaína,
heroína, e incluso productos alimenticios como café, chocolate, plantas
medicinales, frutas, carnes, caladeros
de pesca, y todo aquello que pueda enriquecer a unos pocos que comercializan
éstos casi en exclusividad y que mantienen a los pueblos productores en la
indigencia, amenazados de muerte, azotados por guerras que nunca acaban,
controlados por mafias y organizaciones delictivas o seudo-revolucionarias.
Un
saludo y como podéis ver, la actualidad no da ni un resquicio al optimismo.