miércoles, 23 de mayo de 2012

El dinero no huele


“PECUNIA NON OLET”, perdonad el “latinajo”, que ni siquiera sé si está bien escrito, pues aunque mi lejano bachiller de ciencias no hizo que me librase de dos cursos de latín, esta asignatura nunca fue mi fuerte, de todos modos, para los que, como a mí, el latín se les resiste, significa “El dinero no huele”.

Parece ser que la sentencia proviene de un hecho histórico que nos llega a través de Suetonio: “Ante las críticas que el emperador Vespasiano era objeto, por parte de su hijo Tito, por haber ordenado nacionalizar los orines de las letrinas públicas de Roma y gravar su uso con un impuesto (creo que se utilizaban en el curtido de pieles), lo que para Tito era denigrante, que un emperador se lucrase de los excrementos del pueblo, Vespasiano tomó una moneda de plata y acercándola a la nariz de su hijo pronunció esta frase,  que ,como veis, sigue vigente en la actualidad.

Es cierto, el dinero no huele y mucho menos el actual, pues en lugar de orina, proviene de otros detritus que adoptan la forma de:

- Reservas de petróleo, gas natural, diamantes, esmeraldas, coltán, cocaína, heroína, e incluso productos alimenticios como café, chocolate, plantas medicinales,  frutas, carnes, caladeros de pesca, y todo aquello que pueda enriquecer a unos pocos que comercializan éstos casi en exclusividad y que mantienen a los pueblos productores en la indigencia, amenazados de muerte,  azotados por guerras que nunca acaban, controlados por mafias y organizaciones delictivas o seudo-revolucionarias.

Un saludo y como podéis ver, la actualidad no da ni un resquicio al optimismo.

domingo, 20 de mayo de 2012

El Becerro de Oro


Cuando a mi generación nos impartían “Historia Sagrada”, que de historia tenía poco, era ni más ni menos que la versión algo novelada del antiguo testamento de la Biblia, nos contaban como en su periplo por el desierto con el pueblo de Israel, Moisés ascendió al monte Sinaí, para recibir de Dios directamente las tablas de la Ley, una impresión en piedra de un decálogo de Leyes a seguir.  Descendió del monte, con ellas bajo el brazo y encontró a parte de su pueblo que había abandonado su fe en Dios y adoraban a un becerro de oro en el que habían invertido todas sus joyas para su fundición. Presa de la ira, Moisés rompió las Leyes contra el suelo, fustigó a unos pocos y recuperó la situación, no sin pagar un correctivo a cambio (40 añitos más de peregrinación por el desierto) y recibió una nueva copia de las leyes.

Todo esto que os narro, (absolutamente de memoria, por lo que puede haber errores de consideración) es una parábola que ahora, más que nunca, es aplicable a nuestra vieja Europa.

Tras dos décadas adorando al “Becerro de Oro”, poniéndonos bajo su protección y amparo,  haciéndonos creer que solamente el dinero tenía importancia y nosotros dejándonos llevar por esa  seductora corriente de pensamiento, nos hacen ver, al menos al pueblo llano, que no era así, nos fustigan recortando gran parte de los logros sociales ganados en los últimos 40 años, la clase dirigente ha roto ya las viejas normas y solo nos falta saber “la pregunta del millón”: ¿Cuánto durará nuestra peregrinación por el desierto del desamparo social?; Esperemos que poco, aunque por ahora nada de “brotes verdes”.

Un saludo y espero contaros en el próximo artículo algo más optimista.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Rompiendo clichés


Ahora que los empleados públicos se ven atacados desde todos los flancos y tienen que sufrir en sus carnes la demonización por parte de políticos, economistas de nuevo cuño y una parte de la sociedad, voy a narraros un hecho del que fui testigo.

El domingo día 4 de marzo me vi envuelto de forma accidental en la evacuación de una residencia geriátrica debido a un incendio que sufrieron en la cocina del Centro.

Viajábamos hacia el río Tajo, dispuestos a disfrutar de una jornada de pesca, cuando mi compañero observó que de una ventana salía abundante humo, detuvimos el coche y mientras él avisaba al teléfono de urgencias 112, accedí al local que estaba invadido por una espesa humareda, dentro se oían voces pidiendo auxilio, llegué al lugar de donde procedía el humo y vi aparecer la figura de una mujer ennegrecida, medio asfixiada, y con quemaduras en las manos, que lo único que pedía era que le ayudase a apagar el incendio, como aquello ya era casi imposible con los medios con que contábamos, cerramos puertas y nos dirigimos a las habitaciones donde dormían los residentes.
La señora era cocinera en la residencia, empleada del Ayuntamiento, una MILEURISTA, supongo,  como casi todos los empleados públicos. Procedimos entonces a la evacuación de los usuarios, algunos de ellos discapacitados físicos, con graves problemas de movilidad, al principio solamente esa persona y yo con la inestimable, aunque poca ayuda que podían prestarnos los ancianos que tenían movilidad. A las OCHO MENOS DIEZ apareció el resto de la plantilla de trabajadores que estaban en turno que colaboraron activamente en el desalojo.
Un anciano se negó a abandonar la habitación hasta que no evacuásemos a su esposa, que no podía andar y nos acompañó en todo momento hasta que la silla de ruedas de ella llegó a la parte baja de la escalera.
Cinco minutos después apareció el alcalde y personal del Ayuntamiento junto con la Guardia Civil, que colaboraron activamente intentando apagar el fuego mediante el uso de extintores y algo después llegaron una ambulancia del 112 y seguidamente los Bomberos de Plasencia y Cáceres. La situación estaba bajo control.

Con este relato de los acontecimientos pretendo desmontar algunos CLICHÉS que gracias a los medios de comunicación y a la inestimable ayuda de algunos políticos y empresarios de dudosa ética se le inculcan a la sociedad:

·         El empleado público cobra mucho, es indolente, esquilma las arcas del estado y no se implica en su trabajo por lo que no se le puede pedir más que lo estrictamente reseñado en su convenio y además no cumple sus horarios”

·          “Los servicios públicos no funcionan, son caros e ineficaces y la Guardia Civil está sòlo para sancionar a los ciudadanos y recaudar para las arcas del Estado”

·         “A todos los políticos no les importa nada de su alrededor y viven ajenos a la sociedad”

·         “el amor se desvanece con la edad”

Como puede verse, o al menos en este caso, no todo es como se nos cuenta y detrás de cada ciudadano, cada trabajador, funcionario público, político, usuario de servicio hay una persona que NO puede ser traducida a fríos números estadísticos.

Un abrazo a todos .-