domingo, 20 de mayo de 2012

El Becerro de Oro


Cuando a mi generación nos impartían “Historia Sagrada”, que de historia tenía poco, era ni más ni menos que la versión algo novelada del antiguo testamento de la Biblia, nos contaban como en su periplo por el desierto con el pueblo de Israel, Moisés ascendió al monte Sinaí, para recibir de Dios directamente las tablas de la Ley, una impresión en piedra de un decálogo de Leyes a seguir.  Descendió del monte, con ellas bajo el brazo y encontró a parte de su pueblo que había abandonado su fe en Dios y adoraban a un becerro de oro en el que habían invertido todas sus joyas para su fundición. Presa de la ira, Moisés rompió las Leyes contra el suelo, fustigó a unos pocos y recuperó la situación, no sin pagar un correctivo a cambio (40 añitos más de peregrinación por el desierto) y recibió una nueva copia de las leyes.

Todo esto que os narro, (absolutamente de memoria, por lo que puede haber errores de consideración) es una parábola que ahora, más que nunca, es aplicable a nuestra vieja Europa.

Tras dos décadas adorando al “Becerro de Oro”, poniéndonos bajo su protección y amparo,  haciéndonos creer que solamente el dinero tenía importancia y nosotros dejándonos llevar por esa  seductora corriente de pensamiento, nos hacen ver, al menos al pueblo llano, que no era así, nos fustigan recortando gran parte de los logros sociales ganados en los últimos 40 años, la clase dirigente ha roto ya las viejas normas y solo nos falta saber “la pregunta del millón”: ¿Cuánto durará nuestra peregrinación por el desierto del desamparo social?; Esperemos que poco, aunque por ahora nada de “brotes verdes”.

Un saludo y espero contaros en el próximo artículo algo más optimista.

1 comentario:

  1. Muy bien, pero para colmo nos dicen que la única salida es adorar un poco más al oro, ya incluso sin becerro.

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