sábado, 17 de marzo de 2012

Las cuentas del Gran Capitán


Hay en la historia española una sabrosa anécdota que no se sabe a ciencia cierta  si fue un hecho real o pertenece al campo de la leyenda. Así me lo contaron en mis años estudiantiles y así lo transcribo:

“muerta Isabel la Católica, que fue la valedora de Gonzalo Fernández de Córdoba, “El Gran Capitán”, El rey Fernando contrajo nuevamente matrimonio con Germana de Foix y sus nuevos consejeros, quizá por envidia, le previnieron contra éste por la costosa campaña militar de Nápoles, que con su victoria permitió a la corona española acceder a gran parte de lo que es hoy Italia.
Ante la petición de cuentas por parte del rey, el altivo, pero no por ello exento de razón,  D. Gonzalo le envío estas cuentas:

Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados; por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados; por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados; por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados; y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados.”

Esto ha pasado al imaginario popular y al refranero como sinónimo de cuentas fraudulentas, cuando lo que vemos en estas, es la indignación de un hombre que tras una gran victoria, donde el coste en vidas humanas debió de ser enorme, el soberano español sólo se preocupase del coste monetario, como a veces sucede en este ingrato mundo, que cuando se alcanzan los bienes deseados nadie se acuerda de etapas anteriores, cuando carecíamos de ellos.   UN SALUDO


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